martes, 30 de julio de 2013

Revista Digital


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Tinkunaco es una voz quechua que traducida al español significa encuentro. Nace de un hecho histórico ocurrido en 1593, cuando los diaguitas de la recién fundada Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja se levantaron en armas para protestar por el mal ejercicio de la autoridad que hacían los españoles. No hubo enfrentamiento bélico gracias a la intervención de San Francisco Solano. El español aceptó la exigencia del diaguita, quien pedía la destitución del alcalde de la ciudad y el nombramiento, en su lugar, del Niño Jesús, con cuya imagen se les había anunciado el Evangelio. De allí surge el Niño Alcalde, máxima expresión de paz en suelo riojano y a la vez perfil perfecto de quien gobierna.
Hacia 1640, los padres jesuitas, recién llegados para colaborar con el fundador don Juan Ramírez de Velasco, captaron esos sentimientos populares y crearon una ceremonia religiosa que perdura hasta nuestros días. Aún hoy, cada 31 de diciembre, fecha en que los españoles renovaban sus autoridades, parte una procesión desde el templo de San Francisco con la imagen del Niño Alcalde y sus devotos vestidos con vincha y poncho o corona y escapulario cantando en quechua una antigua salmodia en honor a la Virgen de Copacabana. La otra procesión sale desde el templo catedral con la imagen de San Nicolás y sus devotos vestidos con la banda y la bandera del álferez español. El lugar de encuentro de las dos procesiones es frente a la Casa de Gobierno, como para reafirmar que el conflicto fue de carácter político.
Y en señal de paz, todos, incluido el santo, nos arrodillamos ante el Niño Alcalde y nos damos un abrazo en medio de la algarabía y los aplausos de felicidad y aprobación.
Esta es la razón por la que los riojanos le damos a esta ceremonia el carácter de fundacional, porque somos hijos del encuentro o de la fusión del español con el diaguita.

Y cuando la campana canta
el Tinkunaco grande
La Rioja florece
en historia, vida y mensaje.

Monseñor Enrique Angelelli

Algunas postales de Nuestra Provincia


Compartir la esperanza

Por el camino del desierto,
besando las edades de mi patria vieja
te invito al encuentro de los hombres.

Es Tinkunaco en la ciudad,
cuando diaguitas, inmigrantes,
conquistadores del oro y del olivo,
renuevan toda promesa a mediodía.

Yakurmana, Zapam Zacum,
agua y árbol sagrados del ancestro
siguen latiendo vida en Anillaco
con viñas, olivares y algarrobos.

Por los llanos del sur
va galopando el coraje todavía
y el sol brilla sin pausa
sobre la polvareda de la historia.

Porque el hombre creyó
en la imposible meta
de la chaya vidalera
"que brote primavera de los surcos
todo el tiempo que queda..."

Amor, honor y rústica ternura
son los valores cotidianos nuestros
como el cerro árido y fecundo
al mismo tiempo.

Microclimas y oasis llevo adentro,
lapachos florecidos y cóndores,
la eternidad que anida en Talampaya
y un corazón que aguarda en La Rioja
compartir su esperanza.
- Manrique Zago -


http://picasion.com/i/1VUvP/

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