jueves, 1 de agosto de 2013

Parque Nacional de Talampaya


Un viaje al periodo triásico

La imagen emblemática de La Rioja es el cañón de Talampaya, en el parque homónimo situado a 250 kilómetros de la ciudad de La Rioja, y a 50 kilómetros de la ciudad de Villa Unión, condensa millones de años de historia geológica. Sus paredes, erosionadas por el tiempo, fueron testigos del transitar de los dinosaurios primero y del hombre primitivo con posterioridad. Este Parque Nacional, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO conforma parte de la llamada Cuenca Triásica de Ischigualasto, una vasta región desértica donde afloran antiguos sedimentos instalados allí por la erosión a comienzos de la era mesozoica, es decir hace 250 millones de años. El inapelable trabajo del viento y la erosión, han dado forma a cada recodo del paisaje, ofreciendo caprichosas esculturas naturales de gran tamaño. A medidos del triásico, llegó a estas tierras la especie antecesora de los dinosaurios. Se los llamó arcosaurios. La mayor parte de los arcosaurios se encontraron en Talampaya, en la formación llamada Los Chañares. Estos primitivos ejemplares únicos en el mundo que antecedieron a los dinosaurios son el lagerpentón chañarensis, el lagosuchus talampayensis, y el largenpentón Este lugar asistió también a la existencia de las culturas Ciénaga y Diaguita, entre los siglos III y X de nuestra era, tal como lo prueban morteros cavados en la roca.
El Parque Nacional Talampaya está dividido en tres circuitos turísticos.
El primero es El Murallón y comienza junto a unos petroglifos tallados en la piedra por antiguas culturas indígenas que dibujaron figuras de animales como guanacos, pumas y ñandúes, y también seres humanos. También hay morteros cavados en la piedra que se estima que pertenecieron a las culturas Ciénaga y Diaguita, que poblaron la zona entre los siglos III al X, D.C. El paseo continua hacia el interior del cañón hasta un paredón de 150 metros de altura. Allí, un Jardín Botánico representado por el algarrobo, el chañar y el molle en un bosquecillo de 500 metros contrasta con la aridez del paisaje. Detrás del Jardín Botánico el agua de lluvia creó en la pared una hendidura vertical de forma cilíndrica llamada La Chimenea. El camino continúa hacia el interior del cañón y aparecen ahora las geoformas conocidas como Los Reyes Magos, La Catedral, con su inconfundible aire de grandiosidad gótica y más adelante El Monje. 
El segundo circuito se llama Los Cajones y avanza por un cañón que se va angostando hasta que ya no queda lugar para la camioneta. Finalmente se llega a un enigmático lugar llamado Los Pizarrones, un extenso mural de 15 metros de largo con antiguos grabados indígenas con imágenes de la fauna autóctona y figuras humanas.
La Ciudad Perdida es el tercer circuito del parque, y también el más extenso. La recorrida dura 6 horas y comienza con la camioneta avanzando por el lecho seco del Río Gualo. Lueg se hace una caminata sorteando dunas y pampas pobladas por guanacos hasta llegar a un mirador natural. Allí hay un cráter de 3 kilómetros de extensión con fantásticas formaciones en su interior. Se trata de una depresión del terreno de 70 metros de profundidad con interminables laberintos diseñados por las corrientes de agua. Entre los tesoros escondidos hay un gran anfiteatro natural de 80 metros de profundidad excavado por la erosión.

El museo

La zona del Parque Nacional Talampaya estuvo habitada por pequeños grupos indígenas a lo largo de más de 2000 años y de forma espaciada. Para obtener una idea cabal del valor arqueológico del parque hay que visitar el Museo de Ciencias Naturales de la Universidad de La Rioja. En las cuevas y aleros montañosos del parque aparecieron numerosos vestigios que hoy se exhiben en las vitrinas del museo. En otros lugares del parque se encontraron restos de cerámica, varios enterratorios y unos lanzadardos de madera en perfecto estado de conservación que los fechados de radiocarbono ubicaron en el año 660, A.C.

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