Un viaje al periodo triásico
La imagen emblemática de La Rioja es el cañón de
Talampaya, en el parque homónimo situado a 250 kilómetros de la
ciudad de La Rioja ,
y a 50 kilómetros
de la ciudad de Villa Unión, condensa millones de años de historia geológica.
Sus paredes, erosionadas por el tiempo, fueron testigos del transitar de los
dinosaurios primero y del hombre primitivo con posterioridad. Este Parque
Nacional, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO conforma parte de la
llamada Cuenca Triásica de Ischigualasto, una vasta región desértica donde
afloran antiguos sedimentos instalados allí por la erosión a comienzos de la
era mesozoica, es decir hace 250 millones de años. El inapelable trabajo del
viento y la erosión, han dado forma a cada recodo del paisaje, ofreciendo
caprichosas esculturas naturales de gran tamaño. A medidos del triásico, llegó
a estas tierras la especie antecesora de los dinosaurios. Se los llamó
arcosaurios. La mayor parte de los arcosaurios se encontraron en Talampaya, en
la formación llamada Los Chañares. Estos primitivos ejemplares únicos en el
mundo que antecedieron a los dinosaurios son el lagerpentón chañarensis, el
lagosuchus talampayensis, y el largenpentón Este lugar asistió también a la
existencia de las culturas Ciénaga y Diaguita, entre los siglos III y X de
nuestra era, tal como lo prueban morteros cavados en la roca.
El Parque Nacional Talampaya está
dividido en tres circuitos turísticos.
El primero es El Murallón
y comienza junto a unos petroglifos tallados en la piedra por antiguas culturas
indígenas que dibujaron figuras de animales como guanacos, pumas y ñandúes, y
también seres humanos. También hay morteros cavados en la piedra que se estima
que pertenecieron a las culturas Ciénaga y Diaguita, que poblaron la zona entre
los siglos III al X, D.C. El paseo continua hacia el interior del cañón hasta
un paredón de 150 metros
de altura. Allí, un Jardín Botánico representado por el algarrobo, el chañar y
el molle en un bosquecillo de 500 metros contrasta con la aridez del paisaje.
Detrás del Jardín Botánico el agua de lluvia creó en la pared una hendidura
vertical de forma cilíndrica llamada La Chimenea. El camino continúa hacia el interior
del cañón y aparecen ahora las geoformas conocidas como Los Reyes Magos, La Catedral , con su
inconfundible aire de grandiosidad gótica y más adelante El Monje.
El segundo circuito se
llama Los Cajones y avanza por un cañón que se va angostando hasta que
ya no queda lugar para la camioneta. Finalmente se llega a un enigmático lugar
llamado Los Pizarrones, un extenso mural de 15 metros de largo con
antiguos grabados indígenas con imágenes de la fauna autóctona y figuras
humanas.
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