jueves, 1 de agosto de 2013

Reserva Natural Laguna Brava

Los Colores del Silencio

Para llegar hasta la zona de Laguna Brava y Laguna Mulas Muertas hay que ir desde Vinchina a Jague, a 1.900 msnm, y desde allí a Puerta de la Quebrada, ya en la cordillera, pasando por Cerro Punta Negra, Río Colorado, Los Mudaderos, Agua de Cándida, Agua Quemada y Pampas del Leoncito.

A más de 4000 metros de altura, la reserva de vicuñas y flamencos Laguna Brava es un paraíso semi-oculto en la cordillera de los Andes. La reserva provincial Laguna Brava esta ubicada a 450 kilómetros al oeste de la capital provincial. Se trata de una reserva natural creada en 1980 para preservar a las comunidades de vicuñas y guanacos que, como consecuencia de la caza furtiva, estaban al borde de la desaparición. La reserva tiene una extensión de 5.000 hectáreas, y lleva el nombre de Laguna Brava por ser ésta la mayor de toda la región, con una superficie de 17 kilómetros de largo por 4 de ancho. La reserva abarca además una serie de lagunas menores formadas de manera temporal por los deshielos. El viaje hacia la Laguna Brava comienza en el pueblo de Vinchina a 330 kilómetros de la capital de La Rioja. La única calle que tiene el pueblo desemboca en un puente sobre el río Bermejo. A partir de allí, un camino de tierra que se puede transitar con autos comunes asciende por la Quebrada de La Troya. El recorrido continúa hasta Alto Jague, último poblado que se atraviesa antes de ingresar en la inmensidad de la cordillera. A partir de Jague el camino continúa por la Quebrada Santo Domingo, a través de suaves lomadas que parecen recubiertas de un terciopelo azul, verde, violeta, marrón y anaranjado, debido a los minerales del suelo. Cada tanto, sobre las laderas desérticas, se puede ver la carrera grácil de los guanacos y vicuñas interrumpe la quietud de piedra en las alturas. La cuesta siguiente es la "Quebrada del Peñón". A la orilla de la ruta hay curiosos refugios de forma circular con paredes de piedra y argamasa (mezcla de cal y tierra). Las construcciones miden cinco metros de diámetro por tres y medio de alto, y su arquitectura es similar a la de un iglú, terminando en una cúpula. Se trata de los trece refugios levantados en la zona entre 1864 y 1873 para albergar a los arrieros que conducían ganado a Chile. El ascenso continúa hasta los cuatro mil metros de altura. Finalmente se abandona el camino principal para avanzar por una huella de ripio sobre las lomadas. Al acercarse al centro del valle aparece la imagen de una laguna ovalada con majestuosos picos a su alrededor (el Veladero, el Bonete Chico y el Pissis -el segundo más alto de América, con 6.882 msnm). A lo lejos se alcanzan a ver los restos de un avión abandonado que realizó un aterrizaje de emergencia en los años cincuenta. La serenidad inmóvil del ambiente se rompe cuando un centenar de flamencos rosados extiende sus alas y levanta vuelo al unísono. Frente a esta imagen, la sensación es la de haber llegado para interrumpir la calma absoluta del reino de la soledad, ese descomunal valle multicolor donde las montañas adquieren extraños tintes de azul, naranja, verde, violeta y marrón.

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